viernes, 7 de enero de 2011

Capítulo 4.- Espera

A las 8, Addu se acercó a casa de Minks, cargando con dos pesadas maletas de cuero negro, lo que la dificultaba mucho el vuelo.
La casa de Minks era un hogar modesto, la típica casa de campo, solo que estaba en medio de la ciudad. Llamó a la puerta .En menos de un minuto, Cai, hija de Minks y su amiga de toda la vida, abrió la puerta con entusiasmo.
-¡Addu!¿Que tal estas?
Addu no dijo nada.
-Anda, ven, vamos a mi cuarto.-dijo Cai, arrastrándola del brazo hasta su habitación.
La habitación de Cai era sencillamente impresionante. Las paredes eran grises, y estaban llenas de posters de grupos de música y una enorme cama de sabanas negras y almohadones de mismo color. En el suelo había una gran alfombra negra, sobre la que había una mesa de cristal.
Cai se sentó sobre la cama, mientras Addu observaba el cuarto. Aunque no era la primera vez que iba, la seguía asombrando el buen gusto de Cai a la hora de decorar.
Addu dejo las maletas de cuero negro sobre la mesa y se acomodó en un pequeño sillón.
Tenía la mirada completamente perdida, y Cai lo notó.
-Ad .-era el mote cariñoso que Cai le había asignado, aunque a Addu le parecía excesivo acortar un nombre como el suyo.-No te preocupes. Estoy segura de que tu padre estará bien ¿Quien querría hacerle daño?
-Es el gobernador, prácticamente la mitad del infierno le odia.
-Hay, Addu, deja de ser tan negativa. A este paso me vas a deprimir a mi también.-intentó animarla Cai, aunque sabía que era completamente inútil.
Cai siempre había sido el tipo de chica loca y atrevida, que decía lo que pensaba y causaba sensación entre los demonios de su edad y incluso entre los más mayores. Sin embargo, Addu era bastante más calmada y tranquila, por lo que parecía casi imposible que ambas fueran amigas,. Pero dicen que los opuestos se atraen, y estaba bien claro que esa ley era bien aplicable a Addu y a Cai. Sobretodo a Cai que en uno de sus frecuentes viajes al otro lado del muro, fue capturada por un ángel de su misma edad que amenazaba con llevarla ante los arcángeles si no se “dejaba hacer”. Como es natural, Cai se negó , e intentó escapar por todos sus medios, pero el ángel era más fuerte que ella, por mucho que ella fuera más fiera, así que el ángel (cuyo nombre era Yinnel, como supo ella más tarde) decidió llevarla ante los arcángeles. Pero a la puerta del congreso, apareció su salvador. Era un ángel de porte apuesta, espalda ancha,cabellos rubios y ojos verdes, cuyo nombre era Karel. Cai le miró con una mezcla de odio y curiosidad,(más curiosidad que odio, a decir verdad). Solo él consiguió pararle los pies a Yinnel (que por lo que Karel le contó en sus encuentros anteriores, no era más que un ángel salido y bastante desesperado, lo que él clasifico como “la vergüenza de su raza”), y algo que tiene aún más mérito: enamorar a Cai. Por lo visto, el sentimiento era mutuo, y todas las noches, rondando las 12, Cai iba a verle, con una sonrisa dibujada en la cara.
La única persona que sabía el secreto de Karel y Cai era Addu, que muchas veces acompañaba a Cai hasta el muro, pero que nunca lo cruzaba, para dejarles intimidad.
Las dos demonios seguían mirando al suelo,Cai pensando en Yarel, Addu temiendo por su padre, cuando Cai recordó algo que podría animar a su amiga.
-Addu.-anunció ella.-Hoy voy a ir al muró algo más temprano, y esta vez, vas a cruzar el muro conmigo.
-¿Voy a conocer a Karel?-peguntó Addu , curiosa.
-Aún mejor.-Cai esbozó una sonrisa enigmática.- Te voy a presentar a alguien muy especial.
-¿No me habrás buscado un ligue entre tus amigos los de las plumitas,verdad? Sabes que a mi esos no me van.
-¡Aaaah! Eso es una sorpresa. Arréglate , que nos vamos al muro.
-No me voy a arreglar para conocer a un plumitas, Cai.
-Bueno,pues vayámonos ya.

Caminaron durante un buen rato, pero al fin divisaron el muro. Cai lo pasó sin dudar, Addu se lo pensó,recordando la experiencia de aquella mañana, pero ante las insistencias de su amiga, pasó a regañadientes.
La visión de el mundo de los ángeles la dejó petrificada.
Enormes ciudades , llenas de torres y catedrales blancas de extendían más allá de donde su vista alcanzaba, rodeadas de nubes de tonos rosáceos y amarillentos, y en el medio, un edificio enorme, lleno de cúpulas y cristaleras. Addu lo dedució al instante. Aquello solo podía ser la sala de los arcángeles.
Dejó de mirar el paisaje para mirar lo que tenía frente a ella, que no era otra cosa que una playa de aguas cristalinas y arena fina.
“En el mundo de los demonios no hay estas playas”, pensó.
Addu se recostó sobre el muró de piedra, poniendo mucho cuidado en donde ponía las alas, para prevenir futuros calambrazos.
Allí se quedó, medio adormilada, durante mucho rato, mientras esperaba a ese alguien que Cai le había prometido.
Cai, por su parte, estaba completamente desesperada. Daba vueltas en circulo, daba patadas a la arena que pillaba y soltaba maldiciones por lo bajo. Finalmente, al cabo de 2 horas, se rindió.
-Addu , lo siento mucho, pero me voy a ir. No me he duchado aún, y esta noche he quedado con Karel y tengo que arreglarme. Vas a tener que esperar tu sola.
-¿Quien te ha dicho que me vaya a quedar a esperar?-dijo Addu, con una sonrisa traviesa (era evidente que el sueñecito la había sentado bastante bien.
-Se que lo harás. Si viene, dile que vienes de mi parte, que eres el demonio del que le hablé-Cai echó a volar por encima del muró, dejando a Addu sola.
Addu siguió esperando durante más o menos otra hora más, y cuando ya se iba a rendir, lo notó.
Era un cosquilleo en la nuca, como si la atravesará una corriente eléctrica. Lo mismo que sintió al tocar la piedra aquella mañana.
Y entonces la vió a ella. Un esplendido ángel con el pelo castaño claro , los ojos azulados y unas alas enormes y grandes. Parecía preocupada, como si llegará tarde.
Por fín, la tubo frente a ella.
Sus ojos parecían aún más azules de cerca.
-Soy Violetta ¿tu no serás por casualidad Cai?
-No.-dijo Addu, esbozando una sonrisa.

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