viernes, 31 de diciembre de 2010

Capítulo II: Simplemente Addu

Addu daba vueltas en circulo, mientras esperaba con impaciencia la aparición de su padre por la puerta del gran salón.
La puerta se abrió, con un gran estruendo, y la muchacha se giró con la esperanza de ver a su padre con su gran ejercito. Pero no fue así, por la puerta solo apareció uno de los sirvientes de su padre, Minks, que era también gran amigo de la familia.
-¡Señorita Addu!¡Señorita Addu!-dijo el hombre mientras corría por la gran alfombra roja , meneando sus alas enérgicamente.
-¿Que pasa, Minks?-dijo ella de la forma más dulce posible, a pesar de su evidente nerviosismo.-¿Y mi padre?
-De eso mismo quería hablaros.-Minks cogió aire para poder seguir hablando.-No hay noticias de su padre. Desapareció ayer por la noche.
-No...No iras en serio..-la voz de Addu temblaba con cada palabra que pronunciaba.
El hombre asintió.
-Señorita Addu,¿está usted bien?-preguntó Minks, mientras intentaba sonreír (obteniendo como resultado un boca abierta que mostraba unos horribles dientres amarillentos)
-¡¡Claro que no!! Mi padre a desaparecido y todos lo jefes de la gran orden de los demonios van a venir esta noche a verle ¿Y se supone que yo tendría que estar bien? No,¡ nada esta bien! ¿Que voy a hacer yo ahora?No puedo traer todos los jefes de nuestro mundo para recibir a mi padre sin mi padre.-la chica gritaba como una posesa, dando tantas vueltas que Minks se mareaba con solo mirarla.
-Señorita, si lo desea , podría venirse a vivir conmigo y con mi hija Cai hasta que se calmen las cosas. No quiero que este sola.¿Que me dice?
-No se.... No quiero ser molestia, pero la verdad es que me encantaría. Pero aunque yo quiera, eso no va a ser posible. Es demasiado tarde para decirles a los jefes que no vengan, pero no para solicitar su ayuda esta noche en el banquete “de mi padre”.
-No es una molesta, en serio. Puede usted venir, mi casa no queda lejos de aquí. Cai y yo vendremos a buscarla a las 8. Tenga sus cosas preparadas.
-Gracias Minks. Es usted un buen hombre (o un buen demonio).Le diré a los criados que preparen mis cosas.
Minks asintió mientra abandonaba la habitación revoloteando con sus alas de murciélago.
Addu echó un ultimo vistazo al gran trono que presidía la habitación, pensando que quizás su padre no volvería a sentarse allí.
Si mirar atrás, se dirigió a la puerta de la cual hacia apenas 15 minutos esperaba ver salir a su padre, pero que ahora solo la parecía un estúpido trozo de madera que había decidido matar sus ilusiones.
La vendría bien dar un paseo para despejarse la cabeza.

Addu se acercó hasta el gran muro de piedra, que se suponía que separaba ambos mundos, pero que ;pensó ella; no separaba nada. Cualquier demonio con demasiado tiempo libre hubiera podido volar por encima de él y pasar al otro lado, y lo mismo con los ángeles, aunque fueran demasiado “puros” y “buenos” como para hacerlo. ¿Para que querría alguien pasar al otro lado? No había nada interesante en ninguno de los lados.
Se dedicó a palpar el muro con las manos,admirando orgullosa el trabajo que habían hecho sus antepasados con no soportar a los idiotas de los ángeles y sus cursiladas.
Encontró una pequeña piedra que sobresalía entre el resto. Y la acarició con cuidado, pensando que ahora mismo ella podría haber sido esa piedra , y que, de hecho, le habría gustado. Cerró los ojos y se concentró en masajear la piedra con sumo cuidado, hasta que, de pronto, noto algo.
Era una sensación extraña, como un calambre de energía que subía por su brazo. Apartó la mano, asustada.
<<Quizá me lo he imaginado>> pensó.
No, aquello era demasiado real, para ser una simple imaginación.
Demasiado puro.
Se miró la mano extrañada. Seguía tan pálida como siempre.
Miró el muró durante varios minutos (poniendo especial atención en la piedrecita saliente),hasta que finalmente decidió que lo mejor era volver ya al palacio y hacer las maletas.
No quería que Minks se enfadará, ya que él y Cai eran lo único que le quedaba para no estar sola.
Aún más sola, mejor dicho.

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