Recostó su espalda sobre el gran muro que separaba ambos mundos, y su mirada se perdió entre el cielo azul, en busca de algo que llenara ese agujero que notaba en su interior.
Su mano se apoyó contra la pared intentando palpar algo que no estaba allí realmente.
O eso pensaba ella
Al otro lado del muro, otra figura caminaba también, palpando con cuidado cada piedra, como si de las joyas más valiosas se tratara. Sus alas, negras y bellas , daban la sensación de estar hechas de finos hilos de onix,y su pelo, liso negro y corto la daba un aspecto más salvaje de lo que ella en realidad intentaba parecer, aunque en el fondo realmente lo fuera.
Sus ojos, negros como la pez, miraban hacia el orizonte, y su falda se mecía con el viento.
Su fina mano de porcelana se paró sobre una piedra que sobresalía de entre el muro.
Y entonces lo notó
Sus ojos, negros como la pez, miraban hacia el orizonte, y su falda se mecía con el viento.
Su fina mano de porcelana se paró sobre una piedra que sobresalía de entre el muro.
Y entonces lo notó
Un fino hilo de electricidad pasó entre ambas, como si fuese un calambre, y entonces, ese hueco que había en su interior se llenó, y supieron que nada en el mundo podía separarlas, aún sin conocerse.
Nada.
Nada.
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